abril 29, 2016

¿Cómo eran las tierras del Monasterio de Cazalla en el siglo XVI?


El sitio es denominado de distintas maneras a través de los documentos: monasterio en el Barranco de Almonaster; monasterio en el Barranco de Almonester; tierras y heredades que antiguamente se solían llamar de Nuestra Señora de la Esperanza; heredad de  Cazalla que está en los montes de Jaén; cortijo que dicen de Cazalla, término de Jaén; tierras de posesión de Cazalla donde dicen el Monasterio de Nuestra Señora de la Esperanza, término e jurisdicción de las villas de Cambil e Alhabar; casa e tierras en el pago que dicen de Cazalla; barranco del Monasterio; y tierras y heredamiento de Cazalla.
En cuanto a su extensión superficial las tierras compradas por los basilios al convento de Santa Isabel de Huelma y que rodeaban al monasterio de Nª Sª de la Esperanza, era de ciento cincuenta fanegas de cuerda, de bueno y de malo. Esta extensión equivaldría hoy a unas noventa y siete hectáreas, las cuales fueron apreciadas al principio en 1400 ducados, rebajando luego su valor a 1100.
Siempre se habla de convento y molino, bancales con huertas y viñas, y cultivos de cereales y pastos para el ganado.
La viña, que estaba muy perdida, la han replantado –los basilios- y amugronado y mejorado de manera que vale hoy el doble”, decía un testigo de la época refiriéndose a noviembre de 1591. Amugronar es acodar el sarmiento de una vid de modo que la nueva planta ocupe el vacío de una cepa. Un gañán de los monjes de Cazalla, Pedro Romero, de treinta y seis años, declaraba por entonces que había hecho más de trescientos mugrones, por lo que “en dicha viña hay mejoramiento, porque está más bien tratada que de antes”, habiendo plantado además olivos y árboles frutales entre las cepas. Motivos por los que decía otro testigo, Bartolomé González de Mazas, que era “muy costosa de labrar la viña, huerta e tierras”. Por su parte, los agustinos aseguraban que era muy grande la viña y la huerta.
En la huerta había muchos morales y otros árboles frutales “de mucho valor”, y entre ellos “cerezos de grande aprovechamiento”.
También los frailes habían puesto numerosos pies de olivos, incluso en la viña, como hemos visto, por lo que tenían un molino aceitero en el monasterio.
Y en las tierras calmas, de escaso rendimiento, sembraban cereales, por lo que “mucha parte de lo que se siembra no se puede segar, respecto de ser blanquizar e de poco suelo y así, el aprovechamiento es tan poco que la costa es mayor.”
Aparte de los cultivos, los monjes criaban ganado que vendían para pagar el censo a los agustinos de Huelma. Ganado cabrío, de cerda y algunas colmenas.
Antes de que los frailes de San Agustín vendiesen las tierras de Cazalla habían dejado de labrarlas por su cuenta, y las dieron todas en arrendamiento a un tal Juan Martínez Domedel, vecino de Cambil –ya difunto en 1591- “el cual mientras las tuvo trató muy mal la hacienda, las tierras estaban muy flacas y toda la heredad la tenía llena de zarzales”. En ellas pastaban una buena manada de cabras de cerca de seiscientas cabezas y otros ganados.
El testigo que tales declaraciones hacía, llamado Blas de Bustamante, se sesenta años de edad, aseguraba que “oyó decir al Juan Martínez Domedel y a su mujer, que por qué pecado se habían entrado en dicho arrendamiento, porque había sido causa de haber perdido su hacienda, porque sembraban en dichas tierras cada año e no cogían nada. Y que lo mismo les ha oído decir a los monjes de San Basilio, que siembran y es muy poco lo que cogen”.
Al parecer, la heredad de Cazalla era mala, deficiente, aunque los agustinos, por la cuenta que les traía, aseguraban “que la casa era muy buena e habían gastado en ella más de mil ducados, e las tierras de labor son muchas y la viña y huerta muy grande e buena e muy poblada y repuesta y antes de que la vendiesen estaba muy bien labrada y valía mucho más de lo que se vendió”.
No obstante, los testigos que declararon en el pleito sostenido con los basilios, y que en otro artículo referiremos, decían lo contrario, incluso algunos presentados por los agustinos, que depusieron de forma muy desfavorable al valor de tales tierras y heredamiento.

En resumen, las tierras del Monasterio de Nª Sª de la Esperanza eran de baja calidad y el lugar solitario y desamparado, lo que contribuía a su difícil laboreo y aprovechamiento. Por lo que no es de extrañar la pobreza que alegaban los frailes de su comunidad en aquellos finales del XVI. Por ello tenían que pedir limosna en Cambil. Incluso tuvieron que pedir prestado el trigo para las siembras, ni tenían para hábitos honrosos.

abril 26, 2016

La Orden de San Basilio Magno en España


Los basilios habían comprado a los agustinos en 1577 el monasterio de Cazalla, pero antes éstos ya estaban en Cambil y habían viajado a Roma en busca de la confirmación papal de la Orden
El viaje a Italia de los basilios de Mata-Bexix 
El monasterio recibió diversas donaciones y su situación económica resultó muy desahogada. Pero tras 20 años de haber recibido del obispo de Jaén las reglas, no les pareció el acto bastante canónico y decidieron que su abad, fray Bernardo de la Cruz, fuese a Roma. Lo hizo en 1560, siendo confirmada por el papa Pío IV y con facultades para recibir él mismo profesiones religiosas, e incorporándose a la Orden de San Basilio de Italia, yendo posteriormente al monasterio Basilio de Grottaferrata. Volvió a España acompañado por monjes basilios italianos para instituir a los ermitaños de las celdas del rio Oviedo, convirtiéndose este convento, aparentemente, en la retauración de la Orden en España. En 1574, por bula del papa Gregorio XIII, cambiándoles la vestimenta de pardo a negro, con hábito y cogulla.
Los otros monasterios basilios de la Península
Había otros dos enclaves basilios habían nacido sin conocimiento los unos de los otros, pero con espíritu muy similar. Uno era la fundación del eremitorio Yermo del Tardón en la Sierra Morena cordobesa, impulsada por el padre Mateo de la Fuente; y el otro el centro constituido por Francisco Aguilar de Loaisa, quien tras recibir el hábito basiliano en Italia, que fundó en Valladolid el monasterio de San Cosme y San Damián.
La unificación de estos tres enclaves fue algo lenta y se tradujo en numerosos problemas y enfrentamientos, casi siempre surgidos a instancias del Yermo del Tardón, cuya vocación eremítica era mucho más fuerte que la de sus claustros hermanos. En 1577, Gregorio XIII emitía una bula por la que unía los monasterios andaluces (ese año ya habían creado también el de Cazalla y no sé si alguno más) en una sola congregación, con el padre Bernardo de la Cruz como superior; por fin, en 1595, el monasterio de Valladolid se unió a los andaluces e inmediatamente se produjo la división  de la Congregación en tres provincias: la del Tardón, la de Andalucía y la de Castilla. La primera se separó de las otras dos y en 1603 formó congregación independiente, cuya trayectoria vital fue cada vez más decadente, llegando a reunir solo cuatro conventos entre los que hubo escaso entendimiento. Por ello, en 1788, a instancias de un proyecto de reforma de la Orden redactado por la monarquía española, la Santa Sede suprimió la provincia del Tardón, así como varios de sus monasterios e incorporó los restantes a la provincia de Andalucía.
Las provincias castellana y andaluza tuvieron un devenir más tranquilo y alcanzaron una expansión considerable en siglo y medio, de tal forma que en 1667 ya se habían fundado todos los monasterios que la Orden iba a tener en España. En 1788, al tiempo que desaparecía la provincia del Tardón, las de Andalucía y Castilla también se veían afectadas por el proyecto reformista de la monarquía, cuyo objetivo era simplificar el panorama de los monasterios basilianos, debido a la precaria situación económica de la mayor parte de los mismos. Así, se previó cerrar los más pobres e incluir a sus monjes en los restantes, de tal modo que Castilla contaría con cinco claustros y Andalucía con siete. El proyecto fue aprobado por la Santa Sede y ejecutado entre 1788-1790.
Desde entonces, la decadencia de la Orden fue constante y los avatares de la Guerra de la Independencia afectaron sustancialmente a los claustros de Sierra Morena, Salamanca y Valladolid. Por último, tres decretos de supresión de órdenes religiosas y desamortización de sus bienes de 1835-1836 pusieron fin  a la historia de los basilios en España.


Los basilios compraron el monasterio a los agustinos

El 29 de noviembre de 1577, con presencia de escribano, se congregaron en el convento de Santa Isabel, a campana tañida, según lo tenían de costumbre, todos los frailes agustinos y superiores del mismo y el prior les dijo: “Nuestro convento posee una casa y huerta con 150 fanegas de tierra en el pago de Cazalla, la cual queremos vender al monasterio de Santa María de Oviedo de la orden de San Basilio Magno por precio de 1000 ducados, la casa y la huerta, y 400 ducados, las tierras, que juntos montaban 1400 ducados, de los que tenían que redimir cada año, por renta, 100 ducados.”
Los frailes contestaron que estaban de acuerdo. Se volvieron a reunir los días siguientes otras dos veces como era preceptivo en cosas tocantes a este convento. El prior siempre volvió a hacerles la misma pregunta, y siempre contestaron que sí.
Por su parte, los basilios de Santa María de Oviedo, se reunieron el 3 de diciembre y también otras dos veces posteriores, acordando comprar la heredad de Cazalla porque les era útil y provechosa.
El día 4 de diciembre firmaron los basilios en Huelma.
Los basilios se sintieron engañados
Al año siguiente, los basilios se sintieron engañados en el precio de lo comprado, al menos eso fue lo que pensó el provincial de la Orden, que los amenazó de excomunión si no dejaban la heredad que habían comprado, por lo que decidieron hacer defensa interponiendo un pleito. Los agustinos, que no debían tener la conciencia muy tranquila y por evitarse problemas, decidieron hacer la gracia de rebajarles 300 ducados.
Tras el paso de algunos años, los basilios de Cazalla siguieron viendo que esta finca era un mal negocio y en ellos tomó cuerpo la idea de que habían sido agraviados. El visitador provincial les dio licencia para iniciar el pleito, el que presentaron ante el provisor del obispado en 1591.

El pleito duró hasta 1598. Pero esa es una historia que, sobre todo, nos ha permitido, por la documentación archivada en la catedral de Jaén, conocer cómo era el monasterio, quiénes eran, qué tenían y cómo vivían los basilios en aquellos años de final del siglo XVI. Pero antes vamos a conocer quiénes eran los de la orden de San Basilio Magno.
La orden de San Basilio Magno
Por la persecución de los cristianos por el emperador Decio (años 249-251), éstos se refugiaron en los desiertos de Siria y de la Tebaida, donde practicaban una vida de soledad que repartían entre la oración y la penitencia: fueron los primeros anacoretas o eremitas.
Pero la vida anacoreta o solitaria tenía que convertirse, por naturaleza, en vida en cenobio (que procede del griego y significa vida en común). Dicha vida en cenobio se inición en Oriente. San Pacomio (346 fundó a orillas del Nilo el primer convento en el cual los monjes, reunidos en comunidad, practicaban una misma regla, regla escrita por el santo, que fue traducida al latín por San Jerónimo y la impuso en la Tebaida).
San Basilio Magno (329-379), griego, nació en Helenoponto, cursó estudios en la escuela superior de Atenas. Tras visitar a los padres del desierto escribió unas nuevas reglas hacia el año 363, más precisas y más metódicas que las de San Pacomio, que influyeron en el monaquismo oriental y el occidental, las mismas reglas en las que viven los basilios de Oriente.
El monasterio de basilios de Santa María de Oviedo en Mata-Bexix
El año 1540 se estableció o restauró en España la antiquísima Orden de los monjes basilios, Orden basilia o Congregación basilia. Vivían entonces en una soledad del obispado de Jaén algunos varones de conocida piedad, a quienes el obispo dio la regla de San Basilio, nombrando abad a uno de ellos.
Unos años antes, en Mata-Bexix, se habían establecido 12 ermitaños que vestían hábito de paño pardo, a orillas del rio Oviedo. Eran doce por la tradición desde los orígenes del monaquismo. San Pacomio agrupó a los eremitas del desierto en colonias o cenobios, de doce monjes, con lo que nacieron los monasterios.
Aquellos 12 monjes hacían vida contemplativa, sin sujeción a regla alguna, hasta que a finales de 1538 ocupó el obispado de Jaén, don Francisco de Mendoza, hijo de los primeros marqueses de Mondéjar, se preocupó que llegara a las zonas rurales el servicio de misa y la enseñanza cristiana. Así en 1540 los 12 ermitaños de las Celdillas del rio Oviedo o Mata-Bexix, recibieron del obispo la regla de San Basilio Magno, que se obligaron a guardar, fundando el monasterio de Santa María de Oviedo, el primero de la orden de San Basilio que se creaba en España, tras los siglos de vacío con la presencia musulmana. Eligieron su primer abad, fray Bernardo de San Andrés o de la Cruz, sacerdote natural de Montilla.
Había un convento en piedra y su iglesia dedicada a la Virgen María.
San Basilio no fue autor o instituidor de monasterios, sino maestro e ilustrador de monjes, yendo con su ejemplo delante de todos. Exigía mortificaciones severas y prolongadas, largas horas de trabajo manual e intelectual, una obediencia absoluta a su superior y a las penitencias rigurosas que éste debía infligirles por la menor falta, pero todas esas pruebas no debían ser más que etapas en el camino de la oración perfecta, de la oración que conduce a la contemplación de Dios, del éxtasis (lo que después recogerían Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz con los Carmelitas Descalzos, todo el fenómeno de los iluminados en el siglo XVI-XVII en la provincia de Jaén, como en Baeza, que coincide con la instalación de estos monasterios)
El silencio, la humildad, el ayuno, el abandono de sus bienes a la comunidad eran otros medios para desprenderse de este mundo para poder saborear ya en esta vida algo de la beatitud celestial. Aunque parezcan duros, eran más suaves que los extremismos de penitencia y privaciones de los eremitas orientales.
San Basilio fue obispo de Cesárea y luchó contra la herejía arriana. Era alto, flaco, enjuto de carnes, pálido y algo triste, nariz proporcionada, arqueadas las cejas, aspecto de absorto y pensativo, sienes algo cóncavas, barba larga y entrecana.

abril 21, 2016

El Monasterio de Cazalla, primer convento de la Orden de San Agustín en la provincia de Jaén

El valle del Monasterio de Cazalla, donde está la Huerta de los Frailes, fue frontera entre el reino de Castilla y el reino nazarita de Granada durante 250 años. Desaparecida la frontera con la caída de Granada en 1492, llegó la repoblación humana y después la religiosa.
El monasterio de Nuestra Señora de la Esperanza nace a comienzos del siglo XVI-algunos autores lo fechan en 1504- o, tal vez, en el siglo XV, o al menos parece que se asienta donde ya hubo históricamente otro monasterio en épocas pretéritas, pues en los documentos de creación de dicho monasterio por la Orden de San Agustín, dice estar en el Barranco de Almonaster, nombre antiguo del lugar. ¿Significa “el monasterio”? ¿Por qué iba a llamarse así si no había un monasterio? ¿Lo hubo ya en la época visigoda? ¿Siempre ha existido en el lugar un templo o dependencia religiosa? Al fin y al cabo los lugares religiosos no se instalan sino donde antes ya había otros, sean íberos, romanos o visigodos, en este caso.
Lo cierto es que la Orden de San Agustín funda en el Barranco de Cazalla su primer monasterio en la provincia de Jaén, como nos cuenta Rafael Galiano Puy en su publicación “Del monasterio de Nuestra Señora de la Esperanza, en el Barranco de Cazalla, al convento de Santa Isabel de Huelma. Ambos de la Orden de San Agustín
Así que tenemos el monasterio de Nuestra Señora de la Esperanza de Cazalla que fue matriz del convento de Santa Isabel de Huelma, y no al revés, como hasta ahora teníamos entendido por lo escrito por Ortega i Sagrista. No era una dependencia del convento de Huelma que utilizaban como lugar de retiro y meditación, sino su primer convento de la Orden en la provincia, y que dejaron porque recibieron una buena fortuna de una rica de Huelma a cambio de que se instalaran en aquella población y que en su iglesia enterraran a su marido, a ella y a su familia, en unos tiempos en que estaban obsesionados acerca de que, estando enterrados cerca de Dios, se garantizaban la entrada al cielo. Por eso  las iglesias están llenas de tumbas del clero y de los nobles.
Lógicamente aceptaron, abandonando el monasterio y crearon el convento de Santa Isabel en Huelma. El monasterio y sus tierras, primero, las arrendaron a un vecino de Cárchel y, después, las vendieron en 1577 a los basilios del monasterio de Santa María de Oviedo de Mata-Bexix, que era el primer monasterio de la Orden en España que se había instalado después de ocho siglo desde su desaparición tras la invasión musulmana.
Pero antes de adentrarnos en la presencia de los basilios en el monasterio de Nuestra Señora de la Esperanza, hagámoslo con el período de los agustinos.
La Orden de San Agustín  
La orden de San Agustín, que data del siglo XIII, siempre se llamó de Ermitaños (este era el título oficial medieval, pero popularmente se les ha llamado siempre Agustinos a secas, como a los dominicos no se les puede llamar Padre Predicadores sino Padres Dominicos, y a los franciscanos no Padres Menores, sino Franciscanos), porque tenía casi todos los monasterios en despoblado. Pero, será en 1256, cuando en una segunda reunión más amplia, se le dé la forma actual. El papa Alejandro IV quiso que se fundaran los nuevos conventos en ciudades y pueblos a fin de que los religiosos fuesen más útiles a los fieles predicando, administrando los sacramentos, visitando a los enfermos y consolando a los afligidos. Al mismo tiempo uniformó su hábito para que se distinguiese de los demás frailes. Fue elegido como primer General el Padre Lafranco de Milán. Era el año 1256 y nacía una nueva Orden Mendicante.
La Orden de San Agustín  es una orden religiosa mendicante establecida por la Iglesia católica bajo el pontificado de Inocencio IV en el año 1244, ante la necesidad de unificar una serie de comunidades de eremitas que surgieron bajo la experiencia monástica de san Agustín y su Regla del siglo IV.
Agustín de Hipona o San Agustín nació en el 354. Autor prolífico, dedicó gran parte de su vida a escribir sobre filosofía y teología. Nació en Numidia, en el norte de la África romana. Fue obispo y considerado uno de los padres de la Iglesia.
La fundación del monasterio de Nuestra Señora de la Esperanza de la orden de San Agustín en el Barranco de Almonaster o Cazalla
En cuanto a los promotores de las fundaciones de sus conventos erigidos en el siglo XIII se debieron al apoyo directo de los reyes, es el caso de Toledo, lo mismo que ocurrió en los de Córdoba, Sevilla y Burgos. También los apoyó la nobleza de nuevo cuño. Las fundaciones en el XIV también se realizaron en localidades pequeñas o en lugares apartados, constituyendo verdaderos eremitorios, donde algunos religiosos pretendieron revivir el ideal eremítico, considerándolo como el espíritu genuino de la Orden. De ese espíritu nació el monasterio de Nuestra Señora de la Esperanza en el Barranco de Almonaster o Cazalla: “Allí, en un barranco, llamado Almonester, se asentarían los frailes de San Agustín para fundar un monasterio, primero en todo el reino de Jaén, el cual pusieron bajo la advocación de Nuestra Señora de la Esperanza. Parecer ser que la casa, huerta y heredades que ocuparon se solía llamar de antiguo así. Después, cuando pasó a manos de los monjes basilios, éstos sigieron respetando la advocación, aunque al conjunto se le conocería como Heredad de Cazalla.”-dice Rafael Galiano Puy.
El convento de Cazalla nos aparece por primera vez en las reuniones de capítulo de 1541. El año de su fundación lo desconocemos, aunque el P. Basilio Estrada le da la fecha de 1504.
Sobre la advocación que se elige para el nuevo convento –Nuestra Señora de la Esperanza-, diremos que dentro de la orden de San Agustín han existido más conventos con este título. Además de dos conventos de monjas en Bilbao y Valencia, existió el convento agustino de Nuestra Señora de la Esperanza de Bolaños de Campos (Valladolid), existente ya en 1504, pero desaparecido en el capítulo provincial del año 1541. Probablemente algún fraile de allí influyese en el nombre, o quizás, el convento de Cazalla tomase el “relevo” del vallisoletano. El otro convento del mismo nombre es el colegio-convento que fundó el conde de Ureña en Osuna en 1548.
Traslado a Huelma de los agustinos
La orden de San Agustín estaba presente en este obispado de Jaén desde antes de 1541, año en que ya estaba fundado el monasterio de Nuestra Señora de la Esperanza, en el Barranco de Cazalla. En 1573, una señora llamada Isabel Vázquez, viuda de un alcaide de Huelma, Diego de Aldana, convenció a esta comunidad para que abandonasen aquellos inhóspitos parajes y fuesen a Huelma a fundar un nuevo convento con los cuantiosos bienes que ella les proporcionaría. El resultado fue la fundación del convento de Santa Isabel. Las tierras dejadas serían vendidas en 1577 a los monjes basilios del monasterio de Santa María de Oviedo, en la Mata Begig, que, como el de Cazalla, era jurisdicción de la villa de Cambil. Los basilios respetaron la existencia del convento y continuaron con la advocación antigua, llevándola en el año 1595 a la ciudad de Sevilla para fundar la popular cofradía de la Nuestra Señora de la Esperanza, en el barrio de la Macarena.
En marzo de 1573 se realiza la escritura pública entre la señora Isabel Vázquez, viuda de Diego de Aldana, y fray Juan de Paz, de la orden de San Agustín, prior del convento de Nuestra Señora de la Esperanza que estaba en Cazalla, otorgando la donación a la Orden de las casas principales en que al presente vivía en Huelma, con la obligación de que trasladase su convento a esas casas, donde se tendría que edificar y plantar el mismo, hacer una iglesia en él, donde se celebrarían los oficios divinos, y en su capilla mayor dedicarla a los enterramientos de su difunto esposo, el señor Diego de Aldana, el de ella y sus parientes y descendencia. Fray Juan de Paz, en nombre del convento y de los demás frailes aceptó las claúsulas.
No tardaron los frailes en hacer el traslado, pues en mayo del mismo año hicieron escritura de arrendamiento de las tierras a Alonso García y Lope García, padre e hijo, labradores del cortijo de Cárchel: “… tomaron a renta de los muy reverendos padres, prior, frailes y convento de Santa Isabel de Huelma, de la orden de San Agustín, todas las tierras que el convento tenía junto al monasterio de Nuestra Señora de la Esperanza de Cazalla, que eran todas las que estaban fuera del cercado de la viña y del majuelo, y de un cercado de retama que había debajo del majuelo. Las recibieron en renta para sembrarlas en el presente año y por tiempo de 6 años, que comenzarían a contar el dia 15 de agosto de 1573.
Se obligaban a dar una renta de 30 fanegas de trigo, 20 fanegas de cebada y el diezmo de lo que se recogiere de cosecha en cada año. Serían pagados en el convento de Cazalla, pero serían para el de Santa Isabel de Huelma.
Las condiciones que pactaron importaban sobre todo en la manera de sembrar, que había de ser en tres hojas; los frailes les dejarían el tinado del pajar y la cocina del convento, una cámara grande que estaba enfrente de la escalera del patio y la cámara que estaba al lado, y los labradores se obligaron a no llevar, ni meter en el convento a mujer alguna para que los sirviera mientras durara el arrendamiento.
Después, pagaron a los frailes 12 ducados por un buey bermejo y 6 ducados por una carreta nueva, con todos sus aderezos, que les habían dejado al irse a Huelma.
A primeros de noviembre de 1573, fray Juan de Paz, nuevo prior del convento, por sí y en nombre de los demás frailes, compró unas casas en Huelma a Antón Hernández y su mujer, que eran contiguas a las que ellos tenían.”

Fueron unos frailes eficaces y solícitos en hacer todo lo necesario para el traslado e inmediato funcionamiento en Huelma. En pocos meses todo estaba en marcha e instalados, que, incluso, constan los encargos de hábitos que hicieron a un sastre de Baeza el mismo año. La situación les permitió estar holgados económicamente.

abril 18, 2016

Muchas nuevas noticias

Este precioso mapa del siglo XVIII nos dibuja cómo era el convento en esa época. Lo más sorprendente es ver que contaba con una espadaña con cuatro campanas y una especie de cúpula que no sé qué puede ser.
De todos los descubrimientos, el más importante no es este mapa aportado por mi amigo el cronista local Jorge González, sino saber que los agustinos tuvieron este monasterio como el primero en la provincia de Jaén. Desde él se fueron a Huelma a fundar el de Santa Isabel. 
También, que la estatua que hay en la hornacina sobre el arco de medio punto, puede que no sea San Basilio, sino San Agustín. En la mano tiene una casa, símbolo de los fundadores de conventos, cosa que lo fue el último y no el primero. Esta ha sido una aportación de mi amigo Jesús López Román.