El valle del Monasterio de Cazalla, donde está la Huerta de los Frailes, fue frontera entre el reino de Castilla y el reino nazarita de Granada durante 250 años. Desaparecida la frontera con la caída de Granada en 1492, llegó la repoblación humana y después la religiosa.
El monasterio de
Nuestra Señora de la Esperanza nace a comienzos del siglo XVI-algunos autores
lo fechan en 1504- o, tal vez, en el siglo XV, o al menos parece que se asienta
donde ya hubo históricamente otro monasterio en épocas pretéritas, pues en los
documentos de creación de dicho monasterio por la Orden de San Agustín, dice
estar en el Barranco de Almonaster, nombre antiguo del lugar. ¿Significa “el monasterio”? ¿Por
qué iba a llamarse así si no había un monasterio? ¿Lo hubo ya en la época
visigoda? ¿Siempre ha existido en el lugar un templo o dependencia religiosa?
Al fin y al cabo los lugares religiosos no se instalan sino donde antes ya
había otros, sean íberos, romanos o visigodos, en este caso.
Lo cierto es que la
Orden de San Agustín funda en el Barranco de Cazalla su primer monasterio en la
provincia de Jaén, como nos cuenta Rafael Galiano Puy en su publicación “Del monasterio de Nuestra Señora de la
Esperanza, en el Barranco de Cazalla, al convento de Santa Isabel de Huelma.
Ambos de la Orden de San Agustín”
Así que tenemos el
monasterio de Nuestra Señora de la Esperanza de Cazalla que fue matriz del
convento de Santa Isabel de Huelma, y no al revés, como hasta ahora teníamos
entendido por lo escrito por Ortega i Sagrista. No era una dependencia del
convento de Huelma que utilizaban como lugar de retiro y meditación, sino su
primer convento de la Orden en la provincia, y que dejaron porque recibieron
una buena fortuna de una rica de Huelma a cambio de que se instalaran en
aquella población y que en su iglesia enterraran a su marido, a ella y a su familia,
en unos tiempos en que estaban obsesionados acerca de que, estando enterrados
cerca de Dios, se garantizaban la entrada al cielo. Por eso las iglesias están llenas de tumbas del clero
y de los nobles.
Lógicamente
aceptaron, abandonando el monasterio y crearon el convento de Santa Isabel en
Huelma. El monasterio y sus tierras, primero, las arrendaron a un vecino de
Cárchel y, después, las vendieron en 1577 a los basilios del monasterio de
Santa María de Oviedo de Mata-Bexix, que era el primer monasterio de la Orden
en España que se había instalado después de ocho siglo desde su desaparición
tras la invasión musulmana.
Pero antes de
adentrarnos en la presencia de los basilios en el monasterio de Nuestra Señora
de la Esperanza, hagámoslo con el período de los agustinos.
La Orden de San Agustín
La orden de San Agustín, que data del siglo XIII, siempre se llamó de
Ermitaños (este era el título oficial medieval, pero popularmente se les ha
llamado siempre Agustinos a secas, como a los dominicos no se les puede llamar
Padre Predicadores sino Padres Dominicos, y a los franciscanos no Padres
Menores, sino Franciscanos), porque tenía casi todos los monasterios en
despoblado. Pero, será en 1256, cuando en una segunda reunión más amplia, se le
dé la forma actual. El papa Alejandro IV quiso que se fundaran los nuevos
conventos en ciudades y pueblos a fin de que los religiosos fuesen más útiles a
los fieles predicando, administrando los sacramentos, visitando a los enfermos
y consolando a los afligidos. Al mismo tiempo uniformó su hábito para que se
distinguiese de los demás frailes. Fue elegido como primer General el Padre
Lafranco de Milán. Era el año 1256 y nacía una nueva Orden Mendicante.
Agustín de Hipona o San
Agustín nació en el 354. Autor prolífico, dedicó gran parte de su vida a
escribir sobre filosofía y teología. Nació en Numidia, en el norte de la África
romana. Fue obispo y considerado uno de los padres de la Iglesia.
La fundación del
monasterio de Nuestra Señora de la Esperanza de la orden de San Agustín en el
Barranco de Almonaster o Cazalla
En cuanto a los promotores de
las fundaciones de sus conventos erigidos en el siglo XIII se debieron al apoyo
directo de los reyes, es el caso de Toledo, lo mismo que ocurrió en los de
Córdoba, Sevilla y Burgos. También los apoyó la nobleza de nuevo cuño. Las
fundaciones en el XIV también se realizaron en localidades pequeñas o en
lugares apartados, constituyendo verdaderos eremitorios, donde algunos
religiosos pretendieron revivir el ideal eremítico, considerándolo como el
espíritu genuino de la Orden. De ese espíritu nació el monasterio de Nuestra
Señora de la Esperanza en el Barranco de Almonaster o Cazalla: “Allí, en un barranco, llamado Almonester, se
asentarían los frailes de San Agustín para fundar un monasterio, primero en
todo el reino de Jaén, el cual pusieron bajo la advocación de Nuestra Señora de
la Esperanza. Parecer ser que la casa, huerta y heredades que ocuparon se solía
llamar de antiguo así. Después, cuando pasó a manos de los monjes basilios,
éstos sigieron respetando la advocación, aunque al conjunto se le conocería
como Heredad de Cazalla.”-dice Rafael Galiano Puy.
El convento de Cazalla nos
aparece por primera vez en las reuniones de capítulo de 1541. El año de su
fundación lo desconocemos, aunque el P. Basilio Estrada le da la fecha de 1504.
Sobre la advocación que se
elige para el nuevo convento –Nuestra Señora de la Esperanza-, diremos que
dentro de la orden de San Agustín han existido más conventos con este título.
Además de dos conventos de monjas en Bilbao y Valencia, existió el convento
agustino de Nuestra Señora de la Esperanza de Bolaños de Campos (Valladolid),
existente ya en 1504, pero desaparecido en el capítulo provincial del año 1541.
Probablemente algún fraile de allí influyese en el nombre, o quizás, el
convento de Cazalla tomase el “relevo” del vallisoletano. El otro convento del
mismo nombre es el colegio-convento que fundó el conde de Ureña en Osuna en
1548.
Traslado a
Huelma de los agustinos
La orden de San
Agustín estaba presente en este obispado de Jaén desde antes de 1541, año en
que ya estaba fundado el monasterio de Nuestra Señora de la Esperanza, en el
Barranco de Cazalla. En 1573, una señora llamada Isabel Vázquez, viuda de un
alcaide de Huelma, Diego de Aldana, convenció a esta comunidad para que
abandonasen aquellos inhóspitos parajes y fuesen a Huelma a fundar un nuevo
convento con los cuantiosos bienes que ella les proporcionaría. El resultado
fue la fundación del convento de Santa Isabel. Las tierras dejadas serían vendidas
en 1577 a los monjes basilios del monasterio de Santa María de Oviedo, en la
Mata Begig, que, como el de Cazalla, era jurisdicción de la villa de Cambil.
Los basilios respetaron la existencia del convento y continuaron con la
advocación antigua, llevándola en el año 1595 a la ciudad de Sevilla para
fundar la popular cofradía de la Nuestra Señora de la Esperanza, en el barrio
de la Macarena.
En marzo de 1573 se realiza la
escritura pública entre la señora Isabel Vázquez, viuda de Diego de Aldana, y
fray Juan de Paz, de la orden de San Agustín, prior del convento de Nuestra
Señora de la Esperanza que estaba en Cazalla, otorgando la donación a la Orden
de las casas principales en que al presente vivía en Huelma, con la obligación
de que trasladase su convento a esas casas, donde se tendría que edificar y
plantar el mismo, hacer una iglesia en él, donde se celebrarían los oficios
divinos, y en su capilla mayor dedicarla a los enterramientos de su difunto
esposo, el señor Diego de Aldana, el de ella y sus parientes y descendencia.
Fray Juan de Paz, en nombre del convento y de los demás frailes aceptó las
claúsulas.
No tardaron los frailes en
hacer el traslado, pues en mayo del mismo año hicieron escritura de
arrendamiento de las tierras a Alonso García y Lope García, padre e hijo,
labradores del cortijo de Cárchel: “…
tomaron a renta de los muy reverendos padres, prior, frailes y convento de
Santa Isabel de Huelma, de la orden de San Agustín, todas las tierras que el
convento tenía junto al monasterio de Nuestra Señora de la Esperanza de
Cazalla, que eran todas las que estaban fuera del cercado de la viña y del
majuelo, y de un cercado de retama que había debajo del majuelo. Las recibieron
en renta para sembrarlas en el presente año y por tiempo de 6 años, que comenzarían
a contar el dia 15 de agosto de 1573.
Se obligaban a
dar una renta de 30 fanegas de trigo, 20 fanegas de cebada y el diezmo de lo
que se recogiere de cosecha en cada año. Serían pagados en el convento de
Cazalla, pero serían para el de Santa Isabel de Huelma.
Las condiciones
que pactaron importaban sobre todo en la manera de sembrar, que había de ser en
tres hojas; los frailes les dejarían el tinado del pajar y la cocina del
convento, una cámara grande que estaba enfrente de la escalera del patio y la
cámara que estaba al lado, y los labradores se obligaron a no llevar, ni meter
en el convento a mujer alguna para que los sirviera mientras durara el
arrendamiento.
Después, pagaron
a los frailes 12 ducados por un buey bermejo y 6 ducados por una carreta nueva,
con todos sus aderezos, que les habían dejado al irse a Huelma.
A primeros de
noviembre de 1573, fray Juan de Paz, nuevo prior del convento, por sí y en
nombre de los demás frailes, compró unas casas en Huelma a Antón Hernández y su
mujer, que eran contiguas a las que ellos tenían.”
Fueron unos frailes eficaces y
solícitos en hacer todo lo necesario para el traslado e inmediato
funcionamiento en Huelma. En pocos meses todo estaba en marcha e instalados,
que, incluso, constan los encargos de hábitos que hicieron a un sastre de Baeza
el mismo año. La situación les permitió estar holgados económicamente.